La remolacha como alimento animal ha sido utilizado en Europa durante siglos. Su crecimiento reciente en Nueva Zelanda y Chile se debe a su economía y facilidad de uso en pastoreo directo o cosechada. Tiene un alto rendimiento de materia seca por hectárea, lo que reduce los costos y ofrece calidad nutritiva excepcional. En el sur de Chile, puede rendir entre 18 y 24 toneladas de materia seca en campos bien manejados sin riego, y hasta 30 toneladas en cultivos regados. Es resistente y adaptable a distintos suelos y condiciones climáticas, lo que la hace rentable como opción forrajera. Aunque requiere trabajo en la implantación y control de malezas, un buen manejo inicial asegura un buen potencial de rendimiento.

La remolacha forrajera es un cultivo altamente energético, comparable a los granos, que proporciona una excelente fuente de calorías para los animales. Su raíz tiene un contenido calórico de alrededor de 3 Megacalorías por kilo de materia seca. Además, es altamente digestible y ofrece una fuente rápida de energía. La remolacha forrajera se puede pastorear directamente y tiene un contenido medio de Proteína Cruda entre 8% y 12%, incluyendo hojas. Aunque es necesario suplementar minerales como Fósforo y Selenio, es una opción valiosa para la alimentación animal, especialmente en vacas secas en pastoreo directo.

La remolacha es un cultivo eficiente en el uso del agua en comparación con otros cultivos forrajeros. Esto significa que la remolacha puede producir más biomasa por unidad de agua utilizada, lo que reduce la presión sobre los recursos hídricos en áreas con escasez de agua o donde el riego es limitado. Además, la capacidad de la remolacha para crecer en una amplia variedad de condiciones de suelo y climáticas también puede ayudar a diversificar los sistemas de cultivo y reducir la dependencia de cultivos con mayores demandas de recursos. En climas como el del sur de Chile, es común tener veranos bastante secos. La remolacha puede retardar el crecimiento mientras falta agua y luego seguir creciendo y agregando varias toneladas de materia por hectárea hasta el otoño (abril – mayo).

La remolacha azucarera contiene un 22-23% de materia mientras que la raíz de la remolacha forrajera habitualmente tiene un 12-17% de materia seca. Esto hace que la remolacha forrajera tenga un pastoreo directo más fácil (más blanda). Por otro lado, la mayor materia seca de la remolacha azucarera permite que se pueda conservar más tiempo en pilas luego de la cosecha durante el otoño e invierno (3-5 meses). Por último, la remolacha azucarera tiene mayor rendimiento en raíces cuando las condiciones de cultivo son adecuadas.

La remolacha azucarera debe sembrarse en primavera y cosecharse en otoño. Para la cosecha, se debe contar con maquinaria apropiada o contratar el servicio de cosecha. La remolacha se almacena apilada al aire libre y con la temperatura de otoño/invierno se conserva varios meses. Luego, al utilizar la remolacha debe picarse con una herramienta simple llamada pala picadora, conectada a la fuente de energía de un tractor. La remolacha picada se mezcla en una ración tipo TMR a razón de 2 a 4 kgs de materia seca al día, previo un período de adaptación de las vacas de aproximadamente 7 – 14 días.

El costo del kilo de materia seca de la remolacha azucarera puede llegar a ser la mitad del costo de kilo de materia seca de maíz molido y puede reemplazarlo casi totalmente en la ración de vacas en lactancia. Dependiendo del tipo de dieta, cada kilo de materia seca de maíz podría ser reemplazado por 1,1 kilos de materia seca de remolacha forrajera. Estudios recientes, han llegado a medir un ahorro superior al 20% en los costos totales de alimentación de vacas lecheras en invierno