Fuertes lluvias poco después de la siembra del cultivo provocan fuertes compactaciones de suelo o escurrimientos de agua superficial, traduciéndose en bajas poblaciones de plantas.
Cuando la remolacha no sufre con heladas de hasta -4°C , comúnmente ocurre un descalce de las plantas. Si la helada es mayor a la temperatura límite, ocurre una muerte de las plantas por daño celular.
Fuertes vientos son muy dañinos para plantas pequeñas. Las partículas de suelo arrastradas por el viento, cortan las plantas, produciendo bajas importantes en la población de plantas.