Virus del Mal de Río Cuarto (MRCV)

El virus del mal de Río Cuarto (MRCV) es el organismo causal de una enfermedad endémica de la zona comprendida entre Río Cuarto, Chaján, Sampacho y Villa Mercedes. Sin embargo, su propagación a diferentes zonas maiceras del país como este y sur de Córdoba, norte de La Pampa, norte y oeste de Buenos Aires y sur de Santa Fe han convertido a esta enfermedad en una de las más importante para el cultivo de maíz. Este cereal es el único hospedante en el cual el MRCV ocasiona pérdidas económicas importantes, ya sea por la drástica disminución de la producción de granos, o por la reducción de la biomasa para ensilaje o diferidos.

El virus del MRCV (familia: Reoviridae, género: Fijivirus) requiere de un hospedante vivo y utiliza principalmente como vector de propagación al insecto Delphacodes kuscheli F, aunque existen actualmente otros vectores de la misma familia, que se conocen comúnmente como “chicharrita”. Estos transmiten el virus de manera persistente, circulativa y propagativa, es decir que el insecto adquiere el virus desde la planta, este se multiplica dentro del vector y luego de un período de latencia la chicharrita es capaz de transmitirlo a otras plantas sanas.

Las formas adultas de Delphacodes kuscheli, con sus alas largas (macrópteros) son las que migran hacia los cultivos de maíz, donde solo se alimentan y luego se dispersan a otros cultivos y malezas estivales; donde ocurre la oviposición, cría, trasmisión y adquisición del virus, para luego retornar nuevamente a los cereales de invierno como avena, trigo y centeno pasan el invierno en sus formas juveniles (ninfas) y adultos de alas cortas (braquípteros). Los cultivos son infectados por el insecto sobre el otoño y actúan como reservorio natural del inóculo (Figura 1).

El desarrollo poblacional y ritmo de migración del vector varía en función de las condiciones ambientales predominantes, entre los meses de octubre y noviembre, el insecto vector suele alcanzar su pico poblacional máximo, a la vez que los cultivos de invierno llegan a la etapa final de su ciclo. Esto ocasiona que los vectores deban migrar en búsqueda de alimento y normalmente en ese momento se encuentran plántulas de maíz recién emergidas o en etapas muy tempranas de desarrollo (Figura 2). Por lo tanto, se alimentan de ellas y le transmiten el virus, haciendo del MRCV una enfermedad que tiene solo un ciclo al año.

Los síntomas varían dependiendo de varios factores siendo los más importante el estado fenológico del maíz al producirse la infección y el nivel poblacional del insecto vector.

Cuando las infecciones ocurren desde estado de coleóptilo hasta 3-4 hojas (alrededor de 45 días luego de la siembra) se producen los mayores daños al cultivo por el virus, siendo esta la etapa crítica de mayor susceptibilidad. Las plantas afectadas en esta etapa pueden presentar una marcada reducción de crecimiento (enanismo), tallos achatados, entrenudos cortos, panojas estériles, varias espigas, pequeñas, malformadas (Figura 4) y/o hojas superiores de tamaño de reducido. Se pueden encontrar enaciones, síntoma distintivo de esta enfermedad, siendo una proliferación de tejidos sobre las nervaduras (Figura 3) siempre en el envés de las hojas.

Cuando las infecciones son posteriores al estado de 4 hojas, los síntomas que pueden presentarse son: reducción en la altura de la planta sin ser enanas; hojas superiores con las alteraciones descriptas anteriormente, una o varias espigas por planta con escasa o nula producción de granos y reducción notable en los rendimientos (Figura 4).

En base al momento del cultivo que realicemos la evaluación del cultivo vamos a poder observar diferentes síntomas en la planta. Una vez diagnosticada correctamente el desarrollo de la enfermedad en el lote podemos realizar una medición de la incidencia y la severidad de la enfermedad. Para poder determinar la incidencia de la enfermedad debemos contar el porcentaje (%) de plantas sintomáticas sobre el total de plantas sanas; esto podemos hacerlo contando en diferentes estaciones de muestreos que incluyan 100 plantas consecutivas. Para poder medir la severidad podemos guiarnos sobre las plantas sintomáticas con la escala de grados de severidad desarrollada por March et al. (Tabla 1 y Figura 5).

Monitoreo del vector y condición del año

Conocer la fluctuación poblacional del vector a lo largo del año, como así también tener en cuenta cuales fueron las condiciones meteorológicas reinantes durante el invierno son muy importantes, porque permiten planificar y ejecutar un manejo integrado de la población de Delphacodes kuschelli. Por lo que es recomendable el monitoreo visual directo o el uso de elementos como la red de arrastre para determinar su presencia e indirectamente cuantificar el nivel de infestación. A nivel de estudio de dinámicas poblacionales se utilizan trampas pegajosas que pueden usarse a nivel de lotes para determinar el ingreso al mismo o no.

Inviernos benignos (pocas lluvias y pocas heladas) favorecen las altas poblaciones de chicharritas y los vientos facilitan su dispersión masiva. La cercanía de cereales de invierno, verdeos y malezas hospedantes llegando al fin de su ciclo, aumentan la probabilidad de que los cultivos de maíz reciban migraciones de insectos buscando plantas verdes para alimentarse.

Se conoce actualmente que existen más de 32 especies vegetales que sirven como reservorios de Delphacodes las hay de ciclo invernal y estival. Ejemplos de ellas son: mijo, moha, sorgo, y cultivos otoño-invernales como; avena (preferida por el vector), trigo y centeno. Entre las malezas determinadas como hospedantes naturales podemos citar: pata de gallina (Digitaria sanguinalis), roseta (Cenchrus pauciflorus), cola de zorro (Setaria verticillata), pasto cuaresma (Eragrostis virescens) y sorgo de alepo (Sorghum halepense).

Durante la campaña 2020/21 en un ensayo específico con el Referente KWS Julian García del Laboratorio Oro Verde, se detectaron poblaciones elevadas del vector durante la mitaddel mes de Octubre (Figura 6). En el inicio de ese pico poblacional se realizó la siembra de un ensayo en el que se produjeron infecciones de MRCV sobre híbridos de diferente comportamiento que permitieron analizar diferentes resultados a nivel de resistencia y tolerancia de la enfermedad. De esta forma nos aseguramos poder seleccionar nuestros materiales ante alta presión de enfermedades y también poder conocer la respuesta de nuestros híbridos en situaciones críticas y generar recomendaciones para los productores de la zona.

Para poder pronosticar previo a la siembra la intensidad relativa del MRCV, se desarrollaron diferentes sistemas de predicción que relacionan la evolución de la cantidad de vectores presentes y las condiciones climáticas previas a la primavera. Los sistemas de predicción poseen la importancia de prevenir daños graves si el riesgo es alto y podemos modificar la fecha de siembra o conocer el riesgo al que nos expondremos cada campaña si no podemos evitar momentos de alta presión de vectores.

Elección de la época de siembra

El MRCV es una enfermedad que puede variar su incidencia dependiendo del momento de exposición del cultivo al vector. Por lo tanto, es importante poder alejar la ventana crítica para la infección del pico poblacional del insecto vector. Conociendo que por lo general el incremento poblacional de Delphacodes kuschelii se da sobre fines del mes de noviembre, una práctica de manejo es realizar siembras tempranas. Siembras que se sitúan entre septiembre y los primeros días de octubre permiten que la planta escape de los picos poblacionales en su máximo periodo de susceptibilidad que se sitúa en los primeros días 45 días luego de emergida la misma. Es recomendable evitar las fechas de siembra dentro de la primera quincena de noviembre. Las fechas de siembra tardías que se realizan a partir dediciembre son las que permiten escapar de forma más efectiva al pico poblacional durante las etapas tempranas del desarrollo del cultivo de maíz.

Elección de genética adecuada

A partir de la primera epidemia, se comenzó a trabajar en mejorar la resistencia a la enfermedad y seleccionar materiales que presenten un mejor comportamiento, logrando hoy tener híbridos muy superiores en la tolerancia al MRCV que con los que se contaban años atrás. Desde la red de ensayos KWS se seleccionan híbridos con alto potencial y estabilidad de rendimiento, y muy buen comportamiento sanitario.

Estos estudios permitieron en primer lugar obtener los perfiles sanitarios de los híbridos KWS frente a una alta presión de MRCV (Figura 7), conocer que los materiales pueden clasificarse en Resistentes, Moderadamente Resistentes, Moderadamente Susceptibles y Susceptibles según la incidencia y severidad que expresaron.

En cuanto al Rendimiento de esos materiales también se puede clasificar a los materiales en según la respuesta que desarrollan a la infección. De esta forma podemos observar que la respuesta en producción no es siempre proporcional a la resistencia a la enfermedad que presentan, mostrando diferentes grados de tolerancia a la enfermedad (Figura 8).